Los diagnósticos, desde su nacimiento, han tenido la función de indicar el tratamiento a seguir. Un ejemplo cotidiano es cuando vamos al centro de salud. Cada vez que recibimos una receta médica, es a partir de un diagnóstico que ha realizado el profesional médico. La Psicología ha adoptado el diagnóstico en base a síntomas, siguiendo con la tradición médica de la Psiquiatría. Así ha sido recogido por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA en sus siglas en inglés).
Existen dos manuales médicos de diagnósticos de trastornos mentales. Uno es el DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) realizado por la Asociación Estadounidense de Psquiatría. Actualmente se utiliza el DSM 5, publicado en 2013. El otro manual es la CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades) elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Actualmente, se utiliza la CIE-11, publicada en 2018.
Hay una gran correspondencia entre los diagnósticos de la CIE y DSM. Es decir, una persona diagnosticada bajo los criterios de la CIE, será diagnosticada del mismo trastorno en el DSM. En general, a nivel de servicios públicos, se realiza el diagnóstico bajo la CIE.
Los diagnósticos psiquiátricos en salud mental ayudan a la comunicación entre profesionales de distintas especialidades de cara a coordinarse en beneficio del paciente. También ayudan a la comunicación científica de resultados y a la mejora de tratamientos psicológicos disponibles.
Sin embargo, la duda que desde mediados del siglo XX tienen los psicólogos es: ¿el diagnóstico de trastorno mental se adecúa al campo de la psicoterapia? ¿Es útil para el tratamiento psicológico?
Sin restar importancia al beneficio que supone el diagnóstico para la coordinación entre profesionales, existe una gran evidencia de que el diagnóstico de trastorno mental no facilita el posterior tratamiento psicológico. La Sociedad Británica de Psicología a través del texto “El marco de Poder, Amenaza y Significado” de 2018, afirma que frecuentemente empeora el pronóstico del paciente.
¿Qué es el diagnóstico psicoterapéutico? ¿Para qué nos puede servir?
El diagnóstico psicoterapéutico es el conjunto de procedimientos destinados a establecer una observación rigurosa sobre el funcionamiento mental de la persona. Esta metodología establece una explicación sobre los problemas y síntomas del paciente, favoreciendo unos objetivos cuyo fin es el bienestar psicológico o eliminación de los problemas que han motivado el tratamiento.
No existe un manual sobre diagnóstico psicoterapéutico consensuado. Cada escuela psicoterapéutica tiene su manera de realizar el diagnóstico. Por ejemplo una escuela psicoterapéutica es la Terapia Cognitiva o la Terapia Sistémica, entre otras. Las técnicas también pueden variar. Lo importante es que el diagnostico psicoterapéutico pueda dar a la persona una explicación comprensible sobre su problema y proponga líneas de intervención que reduzca su malestar.
Todos los diagnósticos psicoterapéuticos tienen en común la no patologización y se adaptan a la subjetividad de la persona, es decir a la manera que tiene la persona de construir las relaciones, a sí mismo y al mundo.
El diagnóstico psicoterapéutico se realiza mediante técnicas sistemáticas, que depende del modelo terapéutico. Por ejemplo, en mi trabajo bajo un modelo cognitivo-constructivista utilizo técnicas como el genograma, la línea de vida, autocaracterizaciones o la técnica de rejilla, entre otras. Depende de las necesidades de la persona.
Estas técnicas, además de otros procedimientos me ayudan a realizar un diagnóstico psicoterapéutico. Todo el proceso se realiza junto a la persona. A lo largo del tratamiento, construimos una relación entre los síntomas y significados personales así como una explicación coherente de lo que ha sucedido para que se den dichos síntomas. En base a este diagnóstico, planeamos un plan de tratamiento de acuerdo a las necesidades psicológicas detectadas.
El diagnóstico psicoterapéutico es flexible. Es necesaria una revisión constante en beneficio de la persona. Es decir, no puede reducirse a la aplicación de “protocolos” ya que cada persona tiene necesidades diferentes. Es común que los síntomas específicos varíen a lo largo del proceso, volviéndose contraproducente aplicar un protocolo centrado en un tipo de trastorno que implica numerosos síntomas que no siempre están presentes, además de la posibilidad de aparición de síntomas no relacionados con el problema principal.
Sin embargo, no son contrapuestos diagnóstico psiquiátrico y diagnóstico psicoterapéutico. La literatura científica recomienda que las personas diagnosticadas de trastorno mental grave, como es el campo de la psicosis, trastorno bipolar o trastornos de personalidad, necesitan de ambos diagnósticos para lograr una mejora sintomática y mantenida en el tiempo. De hecho, en estos casos complejos, se recomienda medicación más psicoterapia, por lo que son necesarios ambos diagnósticos.
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