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COLAPSO, DILEMAS Y RECONSTRUCCIÓN: ¿SER O NO SER? Cambiar sin engañarse.

  • Foto del escritor: Francisco Iruela
    Francisco Iruela
  • 22 jul
  • 12 Min. de lectura

Cuando “más de lo mismo” puede arruinarte la vida.


Este artículo es la primera parte de dos en los que abordamos cómo podemos cambiar de una manera realista, sin precipitarse. Ha colaborado escribiendo el texto Lucía Castro. Puedes encontrar más sobre ella en https://www.luciacastropsico.com/


Si salieras ahora a la calle, y preguntaras a la gente si quiere cambiar algo de sí mismos, la mayoría diría que sí. Algunos más centrados en su aspecto físico, otros hablarían sobre aspectos de su personalidad, otros sobre tener un mejor empleo, etc. Pero ¿qué son los cambios? La RAE define un cambio en su primera acepción como “acción y efecto de cambiar”. Y si nos vamos a la primera acepción de cambiar: “dejar una cosa o situación para tomar otra”. Es decir, puedes ganar algo que deseas, pero dejas otra cosa por el camino. La poeta Alejandra Pizarnik en una entrevista dijo: “es que nada temen tanto, mujeres y hombres, como los cambios” (Pizarnik, 2002). ¿Por qué decía esto Alejandra? Por la incertidumbre. Este factor puede percibirse como una amenaza, por la falta de control. Y es en la falta de control donde se pone en juego nuestra vulnerabilidad (Crittenden, 2002).


Todos podemos tener en la mente el ser o no ser, de Hamlet. Aunque no hayas leído la obra de teatro, aunque no hayas visto adaptaciones televisivas o de cine. Hay referencias. Si soy de una manera determinada, eso me lleva a una serie de consecuencias. Muchas de ellas bajo una falta de control. ¿Cuántas veces fuiste de una manera y eso te llevó a cosas que no preveías?


George Kelly, en su Teoría de Constructos Personales, tuvo una gran idea sobre cómo nos defendemos de la incertidumbre (Kelly, 2001). Creó el corolario de construcción. Este decía: “la persona anticipa los acontecimientos construyendo sus réplicas”. Si tenemos además en cuenta el corolario de la experiencia que dice: “el sistema de construcción de una persona varía a medida que construye las réplicas de los acontecimientos”. 


¿Qué quiere decir esto? Pues que, para reducir nuestra incertidumbre, necesitamos imaginar, predecir, cómo serán esos cambios. Y claro, como no tenemos la evidencia, la seguridad de que eso será así, necesitamos recrear dichos cambios. ¿Cómo? Realizando una anticipación sobre los hechos, de la manera más realista que podamos. Ahí es cuando emerge como dice G. Kelly la “réplica”, es decir, la simulación en nuestra mente. Es como, por ejemplo, cuando nos aventuramos a mirar en una web cuánto podría costarnos un piso o casa, en una zona determinada. O cuánto podría costar tu coche si lo vendieses de segunda mano. Es una predicción que hacen, en base a unos parámetros. Esto, de una manera más de andar por casa, es lo que hacemos cuando nos planteamos cambios. Creamos teorías en base a lo que pensamos, en base a lo que nos dicen otras personas. En otras palabras, teorías sobre qué quiero cambiar, por qué y cómo. 


La literatura científica nos habla de dos tipos de cambios: tipo 1 y tipo 2 (Watzlawick, Beavin & Jackson, 1981). El tipo 1, es “más de lo mismo”. ¿Qué significa esto? Que cambias una cosa, pero la cambias por otra muy parecida. Por ejemplo, sucede en personas que consumen porros. Quieren dejar el cannabis, pero solo dejan el THC fumando CBD. O beben alcohol. Se ha tapado con otra sustancia. Pero este cambio no va al meollo del problema. En el cambio tipo 2, hay un chequeo, una monitorización acerca de qué está funcionando y qué no, y por qué. Es un salto cualitativo, pero, ¡qué vértigo! Pasar de la teoría a la práctica, la reevaluación hace que tengamos más realismo. El cambio tipo 1 y tipo 2 tiene cierta correspondencia con el modelo cognitivo de pensar rápido, pensar despacio (Kahneman, 2012). Este modelo plantea que la mente tiene un sistema 1 y un sistema 2. El sistema 1 es el más intuitivo, el más emocional, busca atajos mentales para ahorrar energía al cerebro. Por eso el autor lo llama pensar rápido. El sistema 2 es más analítico, requiere de tiempo, de ver los pros y contras, etc. Por esto, el autor lo llama pensar despacio, no puede haber trucos para llegar a conclusiones. Hay correspondencia entre el modelo de Palo Alto y el de Kahneman: el cambio tipo 1 se da en el sistema 1 y el tipo 2 necesita del sistema 2.  


Hay 3 tipos de conductas que parecen cambios duraderos, pero que realmente son cambios “más de lo mismo”. Es como ese dicho, cambiar para que todo siga igual. Nos referimos a las conductas compensatorias, compulsivas y autoengaños. Tienen la base común de tener un malestar significativo. La diferencia está en cómo se gestiona. Vamos a explicarlas.


Las conductas compensatorias son acciones que intentan restablecer el equilibrio. Imaginad a una persona con un “complejo de inferioridad”, es decir, se ve menos que los demás. Esta persona puede crear la estrategia de “hacer el doble para estar a la altura de los demás”. Puede pasarse muchas horas formándose o quedándose haciendo horas extra que nadie le pagará. Por tanto, mediante el esfuerzo suple lo que ella piensa de sí misma, de su in-capacidad. En estas conductas se anticipa inconscientemente y se protege de la amenaza, de la posible invalidación de uno mismo.  


Las conductas compulsivas se relacionan directamente con el estrés y la ansiedad. La ansiedad como percepción de que puede cumplirse la amenaza. Con las conductas compulsivas se busca neutralizar lo que se siente. El ejemplo clásico es utilizar un objeto o sustancia que elimine la ansiedad o estrés. Por ejemplo, drogas o videojuegos. Recuerdo a una paciente que después del trabajo deseaba llegar a casa para beberse una cerveza a solas mientras fumaba tabaco. Era como ella decía su “momento de evasión”. En realidad, ella lo hacía para evitar enfrentarse al sufrimiento de ver cómo su matrimonio se desmoronaba. El adolescente que está muchas horas frente a un videojuego. ¿Qué está evitando que le genera ansiedad? Los atracones de comida suelen ser conductas compulsivas. Sucede un evento que genera una gran ansiedad. Y se “tapa” con comida. Hasta la siguiente vez. Anula los procesos psicológicos de por qué yo he sentido ansiedad o estrés en una situación. No hay procesamiento. Es un change: el procesamiento de la experiencia por comida. La comida es más inmediata, menos dolorosa y frustrante, más directa. El procesamiento cognitivo y emocional requiere de confusión, de un no saber. Se necesita de un reconstruir: sobre cómo lidiar con el vacío. 


Los autoengaños son difíciles de detectar. Más fácil es observarlos en otros o que otras personas lo observen en nosotros. Se trata de construcciones mentales que actúan como mecanismos de defensa, para garantizar que todo siga igual. Nos “protege” de lo que nos angustia. El ejemplo típico es permanecer en pareja aun habiendo muchas evidencias de que las cosas no van nada bien. ¿Es el amor que es ciego, o es el miedo al abandono que hace de las suyas? Pensar también que somos más aptos y capaces de lo que realmente somos. Subestimar la dificultad de la tarea para aumentar nuestra autoeficacia y sentirnos así validados en nuestra autoestima. El autoengaño está a la orden del día. Las neurociencias cognitivas ponen muchos ejemplos de autoengaños a través del concepto de sesgo. Al final son filtros que no buscan la verdad, buscan que nuestros modelos mentales acerca de nuestras experiencias sigan estables, sigan sin crisis. Las cosas son tal y como yo las entiendo, que es a lo que estoy acostumbrado o sé manejar. Tendemos hacia la estabilidad de visiones, hasta que no es viable por síntomas o cambios drásticos en nuevos escenarios de nuestra vida (ruptura de pareja, despidos, discusiones, etc.). 


Los ejemplos acerca de dietas involucran los 3 mecanismos explicados. Es decir, en mayor o menor medida, cuando alguien inicia una dieta sin necesidad médica hay sobrecompensaciones, compulsiones y autoengaños. Hay que analizar caso a caso, qué “pesa” más, qué se pone en juego en las dietas. Es bastante probable que la autoimagen corporal es lo que sustente la autoestima, de una manera desproporcionada. De esta manera se crea la solución mágica a los problemas psicológicos previos.  


Es decir, no hay un análisis de qué le sucede a la persona, de qué le causa ansiedad de su vida u otro malestar, simplemente se ponen soluciones “parche”, como poner un cubo bajo una gotera, nos sirve a corto plazo, pero no arregla el problema. El cambio tipo 1 tiene que ver con la falta de análisis psicológico y con el autoengaño. A veces también es necesario, como fase previa a un cambio más profundo de tipo 2. Este último, tiene como característica ser un cambio que genera transformaciones en la calidad de vida y vivencia de bienestar. Marca una diferencia. Un cambio tipo 2 es siempre un proceso, requiere de tiempo y acción. Requiere de cambiar sin engañarse, sin mecanismos de defensa activados. Un ejemplo puede ser cuando una persona tiene malos hábitos alimentarios y analiza qué es lo que le sucede para tener malos hábitos. De esta manera se puede comenzar un proceso de autocuidado y responsabilizarse del cambio. Cambiar de una dieta a otra, suele ser cambio tipo 1. 


En el cambio tipo 2 tiene que haber una meditación, un análisis. Este texto se dividirá en dos partes. Explicaremos dos maneras de enfocar cómo cambiar y mantenerlos cambios. Propondremos el enfoque en dilemas implictativos y el modelo de cambio de Prochaska y Di Clemente.


¿El estancamiento tiene un sentido?


El estancamiento puede conllevar a un bloqueo. Y el bloqueo a la imposibilidad para cambiar. En esos momentos, estamos intentando nadar en un río de lodo. Tratas de avanzar mediante esfuerzo, mueves tus brazos y piernas, pero no avanzas. Los sedimentos pesados te lo impiden. Eso es el bloqueo.  


Pero hay que matizar; no es un estancamiento nacido de “si tú quieres puedes, eso es que no te esfuerzas lo suficiente”. Sería entonces una cuestión de disciplina, como podría decir un influencer que te saca el dinero. El estancamiento del que hablamos puede nacer de dilemas implicativos (Feixas & Compañ, 2015). Y, ¿qué es esto? No podemos dar una definición corta pero sí precisa. La RAE lo define como “situación en la que es necesario elegir entre dos opciones igualmente buenas o malas”. Los dilemas implicativos se definen como la situación en que la persona quiere cambiar un aspecto de sí mismo que considera negativo, pero que está a la vez  asociado a dimensiones positivas de sí mismo (Senra, Feixas & Fernandez, 2005). Son conflictos cognitivos. De ahí el bloqueo que hemos mencionado. Para profundizar en la explicación de los dilemas tenemos que definir qué es un constructo. Este es la captación de una diferencia. Por ejemplo, pensemos en una foto al natural y una foto retocada con filtros. Ahí hay contrastes, nos damos cuenta. Hay una comparación. Pues según G. Kelly, creador de la teoría de Constructos Personales, a través de los 11 corolarios explica cómo formamos teorías y cambiamos de acuerdo a nuestra construcción de nuestra experiencia (Kelly, 2001). Nos centraremos brevemente en varios corolarios. 


El corolario de construcción dice “una persona anticipa los acontecimientos construyendo sus réplicas”. Se alude al proceso, al encuentro con la realidad, donde la persona activamente establece similitudes y diferencias entre acontecimientos, creando así modelos de acción para futuras ocasiones. El corolario de experiencia dice “el sistema de construcción varía en la medida que construye sucesivamente réplicas de los acontecimientos”. Se da así un constante ajuste entre la anticipación de la persona y la realidad, a través de la experiencia, su puesta en práctica. En el corolario de dicotomía apunta a que “el sistema de construcción de una persona se compone de un número finito de constructos dicotómicos”. Esto quiere decir que nuestra mente procesa la información en base a elementos que se contrastan como antagonistas. Un ejemplo podría ser malo-bueno, listo-tonto, etc. No siempre tienen por qué ser adjetivos. Por ejemplo, no tener preocupaciones - estar pendiente de todo.


Debido al corolario de individualidad, construye los constructos de una manera única, ya sea consciente o inconscientemente (más explícitos o implícitos). Aunque hay una parte similar en todos nosotros, debido al corolario de comunalidad: “en la medida que dos personas emplean construcciones similares de la experiencia, sus procesos son psicológicamente similares”. Los constructos son personales, pero generalmente comprensibles, puesto que vivimos en sociedad y compartimos ciertos patrones culturales y consenso en los valores morales. Por lo tanto, el sistema de constructos de una persona es captable por otra a pesar de la subjetividad. Por el corolario de elección, la persona optará por los constructos que le ayuden a predecir mejor la situación, con una anticipación más precisa. G. Kelly lo elabora así: “la persona escoge para sí misma, en una construcción, dicotómica determinada aquella alternativa con la que anticipa más posibilidades de elaborar su sistema”. Esto explica en parte por qué a veces anticipamos negativamente aunque nos genere sufrimiento: nos da control sobre nuestras vidas. 


Centrándonos en los dilemas implicativos, hay constructos congruentes: los que la persona quiere. Y constructos discrepantes: los que no quiere y pretende cambiar. Los dilemas implicativos pueden ser explícitos o implícitos, es decir, la persona puede ser que nunca haya pensado sobre su existencia (Senra, Feixas & Fernandez, 2005). Vamos a ver un ejemplo para ilustrarlo. Tenemos dos constructos que crean el dilema implicativo:  


Ejemplo de un dilema implicativo, ser cariñosa te lleva a afectarse mucho las cosas. Así como no ser cariñosa hace que no te afecten las cosas. A la persona le gustaría ser cariñosa pero sin que le afecten las cosas.

E. se consideraba cariñosa (constructo que no quiere cambiar, congruente) pero también le afectaban mucho las cosas (polo del constructo que quiere cambiar). Pero para ella, si cambia al polo de “no afectarme las cosas” eso se asocia también a no ser cariñosa, ante lo cual invalida un constructo nuclear en ella, como es ser cariñosa. Es decir, que idealmente le gustaría ser cariñosa pero que no le afectasen las cosas. E. no ha construido modelos de representación en el que las personas puedan ser cariñosas pero que no le afecten las cosas. 


Los dilemas implicativos se han propuesto como alternativa de explicación a la paradoja neurótica (Saúl, 2006). Es decir, el por qué muchos pacientes sintomáticos en psicoterapia, “se resisten” a poder cambiar y solucionar sus dificultades. La “resistencia”, que a menudo se ha asociado a la falta de colaboración. Pero desde la perspectiva propuesta, puede entenderse como una forma que tienen las personas de preservar su sistema de construcción. Pues siempre, los constructos presentes en los dilemas implicativos son nucleares y por tanto, parte central de la identidad personal. Por tanto, pueden ser una forma de adelantarse a las posibles resistencias de los pacientes (Melis, Feixas, Varlotta, González, Ventosa, Krebs y Montesano, 2011). Es decir, no pretendas cambiar algo que es nuclear para ti mismo. O reformula el cambio para que no lo veas como una amenaza. Algo aceptable para ti. 


Existe una creciente evidencia de la relación entre dilemas implicativos y síntomas (Feixas & Compañ, 2015). Los dilemas implicativos no son condición necesaria ni suficiente, por lo que parece desprenderse de los estudios, pero cuando están presentes en las personas con diagnóstico psicológico, aumenta la gravedad del cuadro (Saúl, 2006). El equipo de creación de esta intervención, propone que los dilemas son un factor muy a tener en cuenta en el mantenimiento de la depresión así como de las recaídas (Feixas, Montesano, Compañ, Salla, Dada, Pucurull, Trujillo, Paz, Muñoz, Gasol, Saúl, Lana, Bros, Ribeiro, Winter, Carrera-Fernández & Guàrdia, 2014). También se ha propuesto como un factor de manteniendo de la distimia (Montesano, Feixas, Saúl, Caicedo, Dada & Winter, 2014). Existen además estudios que apoyan la relación entre síntomas ansiosos y conflictos cognitivos (Melis, Feixas, Varlotta, González, Ventosa, Krebs y Montesano, 2011). 


El ejemplo de otro paciente, nos puede ayudar. A través de la terapia, llegamos a los siguientes constructos: estar hipervigilante vs estar relajado y evitar que pase algo peor vs correr el riesgo de que pase algo peor. Estas construcciones mentales se dieron tras años de aislamiento. En ese momento, lo entendió: ¿cómo estar tranquilo si eso hace que se ponga en peligro de que pasen cosas peores, por ejemplo, que se rían de él?


Una buena pregunta, para detectar si tenemos algún dilema implicativo es: “si tuviera que hacer x cosa aunque sea buena para mí, ¿qué cosa mala podría surgir en mí o fuera de mí?”. Esto por ejemplo se ve con frecuencia en el constructo bueno vs egoísta y estar para los demás vs estar para mí. Estar para los demás es lo que quiero y eso me hace sentir buena persona. Pero claro, eso me lleva a no tener un espacio de autocuidado y no poner límites a los demás. 


Podemos imaginarlo como dos caminos que se bifurcan. Si tenemos en cuenta que podemos andar de un camino a otro aunque sea con dificultad (cortando a machetazos la maleza que separa ambos caminos), significa que podemos crear otros caminos, por lo que nuestras opciones se multiplican. No todo es blanco o negro.


Shakespeare estaría orgulloso del modelo de dilemas implicativos. Esto es lo que implica cambiar sin engañarse.


Bibliografía:


-Crittenden, P. M. (2002). Nuevas implicaciones clínicas de la teoría del apego. Valencia: Promolibro.


-Feixas, G., & Compañ, V. (2015). Manual de intervención centrada en dilemas para la depresión. Bilbao: Desclée de Brouwer.


-Feixas, G., Montesano, A., Compañ, V., Salla, M., Dada, G., Pucurull, O., Trujillo, A., Paz, C.,  Muñoz, D., Gasol, M., Saúl, L.A., Lana, F., Bros, I., Ribeiro, E., Winter, D., Carrera-Fernández, M.J., & Guàrdia, J. (2014). Cognitive conflicts in major depression: Between desired change and personal coherence. British Journal of Clinical Psychology, 53, 369-385.


-Kahneman, D. (2012). Pensar rápido, pensar despacio. Madrid: Debate.


-Kelly, G. (2001). Psicología de los constructos personales: Textos escogidos. Barcelona: Paidós.


-Melis, F., Feixas, G., Varlotta, N., González, L.M., Ventosa, A., Krebs, M., & Montesano, A. (2011). Conflictos cognitivos (dilemas) en pacientes diagnosticados con trastornos de ansiedad. Revista argentina de clínica psicológica, 20, 41-48.


-Melis, F., Feixas, G., Varlotta, N., González, L.M., Ventosa, A., Krebs, M., & Montesano, A. (2011). Conflictos cognitivos (dilemas) en pacientes diagnosticados con trastornos de ansiedad. Revista argentina de clínica psicológica, 20, 41-48.


-Montesano, A., Feixas, G., Saúl, L.A., Erazo Caicedo, M.I., Dada, G., & Winter, D. (2014). Cognitive conflicts and symptom severity in dysthymia: “I’d rather be good than happy”. Salud mental, 37 (1), 41-48.


-Pizarnik, A. (2002). Prosa completa. Barcelona: Lumen.


-Saúl, L.A. (2006). El papel de los conflictos cognitivos en la salud mental: implicaciones para el cambio terapéutico. Directores: Guillem Feixas i Viaplana y Alejandro Ávila Espada. Tesis doctoral. Universidad de Salamanca, Facultad de Psicología.


-Senra, J., Feixas, G., & Fernandes, E. (2005). Manual de intervención en dilemas implicativos. Revista de Psicoterapia, 16 (63-64), 179-203.


-Watzlawick, P., Bavelas, J.B., & Jackson, D.D. (1981). Teoría de la comunicación humana, interacciones, patologías y paradojas. Barcelona: Herder editorial.

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